Esta semana ha sido noticia el generoso donativo de 20 millones de euros que Amancio Ortega ha dado a Cáritas. Este gesto ha originado casi tantas críticas como alabanzas, pudiéndose encontrar entre las primeras argumentos como que el donativo tiene la única finalidad de desgravarse impuestos, o que es un gesto hipócrita en alguien que (supuestamente) se ha hecho rico a base de la explotación de trabajadores en el Tercer Mundo, o cosas por el estilo. También dicen los que critican a los que critican a Amancio Ortega, que lo que les molesta a estos últimos realmente es que haya dado el dinero a una ONG católica en vez de a alguna organización filo-progre.

A mí la verdad es que no me gustan ni esas críticas que entran a juzgar la intencionalidad de Amancio Ortega a la hora de dar el donativo, y que a mi entender están más fundamentadas en la bilis que en el raciocinio, esa bilis que no admite que un rico pueda hacer algo moralmente bueno. Sin embargo, tampoco me veo alineado con los críticos de los críticos (independientemente de que lo del resquemor por el dinero dado a la Iglesia pueda ser verosímil), que a su vez corren el riesgo de convertirse en turiferarios de Amancio Ortega.

Mi posición es intentar juzgar sólo los hechos, no las intenciones. Y el hecho es fundamentalmente bueno, un donativo a una ONG que realiza una labor importantísima entre la gente más necesitada de España, y que por tanto servirá para atender a las necesidades de muchas personas, porque 20 millones de euros dan para mucho, sobre todo si son bien administrados.

Ahora bien, igual que podemos juzgar el hecho como fundamentalmente bueno, también podemos medir de forma objetiva el esfuerzo, en términos relativos, que le ha supuesto a Amancio Ortega el realizar semejante donativo. Según las últimas fuentes que he visto, su fortuna personal (la tercera más grande del mundo en 2012) asciende a casi cuarenta mil millones de euros (38.000 millones para ser más exactos). Por lo tanto un donativo de veinte millones supone poco más del 0,05% de su fortuna personal.

Para hacernos una idea, si una persona tiene un patrimonio de 100.000 €, un donativo equivalente en términos porcentuales al de Amancio Ortega supondría sólo 50 euros. Creo que estas cifras son lo suficientemente reveladoras como para cuestionarse el volverse en fan del señor Ortega sólo por este hecho. Está claro que no estamos hablando ni mucho menos del óbolo de la viuda pobre, sino de las monedas sobrantes de los ricos. Esperemos no obstante que éste sea el primero de muchos gestos de solidaridad de Amancio Ortega con los más necesitados, estaría realmente muy bien que siguiera los pasos de Bill Gates, por lo menos en cuanto a lo que se refiere a dedicación porcentual de la riqueza personal a acciones filantrópicas.